¿Qué es el viaje lento? | Una guía para un turismo sostenible y consciente
¿Hasta qué punto se puede conocer realmente un lugar en sólo dos días? Los paquetes turísticos, el turismo masivo y los viajes rápidos nos permiten saltar de un lugar a otro en poco tiempo, pero apenas llegamos a conectar con un lugar y vivirlo. El slow travel o viaje lento desafía esta noción, abogando por un enfoque consciente y envolvente del turismo sostenible. Aquí tienes una idea de cómo funciona.
2 días, una noche. Próximo destino. 3 días, 2 noches… siguiente avión. Tras dos semanas de vacaciones, hemos tenido la oportunidad de explorar cinco países distintos. Aunque esta exploración rápida nos permite conocer lugares diversos, conlleva consecuencias sociales y medioambientales. El turismo mundial contribuye al 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Un factor importante es el creciente número de vuelos y diversos medios de transporte que nos llevan a numerosos destinos en periodos cortos. Como mucha gente se apresura a un mismo lugar, también contribuimos a la saturación del turismo. Además, es difícil conectar con un lugar, su comunidad y su esencia en sólo un par de días. Reconociendo estos retos, el turismo lento está revolucionando nuestra forma de viajar y ofrece una solución para crear experiencias significativas. Con este enfoque, el viaje es tan importante como el destino.
QUÉ ES EL VIAJE LENTO
El viaje lento no se ciñe a una definición rígida ni a una duración concreta de la estancia en un lugar. En términos generales, abarca la idea de marcar nuestro propio ritmo y viajar cómodamente. La esencia radica en alejarse del estrés de intentar cubrir todos los aspectos destacados de un destino en un breve plazo de tiempo, sólo para ir corriendo al siguiente lugar. Por el contrario, el turismo lento aboga por visitar menos lugares, prolongar nuestra estancia y conocer de verdad la esencia de cada lugar. Promueve una experiencia de viaje más auténtica y significativa. Fomenta un aprecio genuino por las complejidades y matices de los lugares que exploramos.
TRANSPORTE
Cuanto más transporte innecesario podamos evitar, mejor. Cuando se viaja a varios lugares, el avión suele ser el medio de transporte más rápido. Sin embargo, si podemos optar por trenes o medios de transporte más ecológicos, mejor. Aunque estas alternativas puedan llevar más tiempo, con una planificación estratégica del viaje podemos espaciar el tiempo de viaje, aliviando la presión de llegar urgentemente a un destino. Por esos medios, los cruceros están generalmente fuera de la lista.
Cuando exploramos un destino, los viajes organizados suelen llevarnos por el mayor número de puntos de interés posible en un solo día. Es una opción adecuada cuando el tiempo apremia. Sin embargo, en el contexto del viaje lento, donde el tiempo es más flexible, tenemos la libertad de optar por un ritmo más relajado. Caminar o elegir un medio de transporte ecológico y no motorizado, como la bicicleta, se convierte en una opción. Aunque esto signifique visitar menos lugares, la ausencia de presiones para llegar al siguiente nos permite sumergirnos por completo en cada uno de ellos.
Naturalmente, si un lugar nos atrae, podemos pasar allí todo el día. Por el contrario, si no capta nuestro interés, podemos seguir caminando o en bicicleta hasta el siguiente destino. Además, si encontramos un lugar que nos gusta de verdad, en el que nos sentimos cómodos, relajados o simplemente cautivados por su belleza, siempre tenemos la opción de volver al día siguiente.
EL VIAJE LENTO ES UNA EXPERIENCIA DE INMERSIÓN
A estas alturas, algunos se estarán preguntando: ¿Qué hacemos durante un periodo prolongado en un mismo lugar? El turismo lento nos anima a participar en actividades que realmente nos gustan o a experimentar otras nuevas. En particular, se centra en las experiencias en lugar de limitarse a marcar una lista de los lugares que hay que visitar en un país.
CONVERTIRSE EN UN LOCAL
El viaje lento va más allá de apoyar a la comunidad local; implica conocerla y participar activamente en ella. Si no estás seguro de por dónde empezar, sumérgete en los encuentros culturales. Asiste a festivales locales, eventos y actividades de la comunidad para conocerla mejor. Explora la escena artística y musical local para apreciar la creatividad cultural.
Basta con pasear por el barrio y fijarse en los detalles. Si un lugar cautiva tu curiosidad, haz una pausa e invierte tiempo en explorarlo. A menudo, estos momentos nos llevan a descubrir joyas ocultas como restaurantes, tiendas, bares y cafés. Disfruta de la vida cotidiana explorando los mercados locales y los puntos de ocio, que te permitirán conocer la esencia única de tu destino.
Dedicar tiempo a aprender frases y palabras locales puede abrir las puertas a interacciones significativas. Mientras recorres los distintos puntos de interés, entabla conversaciones con los residentes para establecer contactos y conocer mejor la comunidad.
CONECTAR CON LA NATURALEZA
El viaje lento es una oportunidad fantástica para reforzar nuestro vínculo con la naturaleza. Este método nos permite pasar más tiempo explorando rutas de senderismo, visitando reservas naturales y acampando en entornos tranquilos. Es el momento ideal para que los espíritus aventureros prueben el kayak, el piragüismo, el snorkel o el paddle boarding. Por el contrario, si se prefiere un ritmo más pausado, la observación de aves, relajarse en la playa o a orillas de un lago, pasear por jardines botánicos u observar las estrellas son excelentes posibilidades. Sin duda, una expedición fotográfica es una opción fascinante para los entusiastas de la fotografía. La idea es participar en actividades que nos gusten mientras salimos de nuestra zona de confort. Asimismo, intentamos realizar actividades que desarrollen una conexión significativa con el lugar.
Es más, para una experiencia de viaje verdaderamente consciente, considera adoptar el concepto japonés de shinrin-yoku. Significa sumergirse en la atmósfera del bosque. También conocido como baño de bosque, este concepto nos anima a adentrarnos en el entorno para aprovechar los beneficios terapéuticos de la naturaleza. En lugar de hacer hincapié en el ejercicio físico, la idea es concentrarse en la experiencia sensorial e involucrar todos nuestros sentidos en la naturaleza. Simplemente, estar presentes en el momento. Evidentemente, diversos estudios demuestran los beneficios fisiológicos y psicológicos de esta práctica. La actividad puede ayudar a reducir el estrés disminuyendo los niveles de cortisol, la frecuencia cardiaca y la presión arterial. Además, aumenta los sentimientos de felicidad y creatividad, que contribuyen a un sistema inmunitario más sano.
APLICACIONES ÚTILES PARA EL VIAJE LENTO
Varias aplicaciones pueden ayudarnos a hacer turismo lento. En primer lugar, Spotted By Locals ofrece guías de ciudades para vivirlas como un local y descubrir joyas ocultas. Actualmente presente en 82 ciudades, la aplicación ofrece información privilegiada, recomendaciones personalizadas y artículos actualizados. A través de Spotted By Locals, podemos evitar las masificaciones y descubrir lugares que sólo los lugareños conocen. Es una gran herramienta para conectar con la comunidad, degustar comida auténtica y contribuir a la economía local.
Por su parte, Geoguida es una aplicación de navegación adaptada a los viajes lentos. Está diseñada para mejorar las experiencias a pie, o en bicicleta. Guía a los viajeros de forma eficiente y a un ritmo pausado. Ofrece puntos de interés, atracciones, rutas e información valiosa sobre la zona. La aplicación nos ayuda a conocer mejor la zona. Al mismo tiempo, promueve prácticas de viaje sostenibles y responsables.
Para los entusiastas de la naturaleza, sugerimos utilizar Plant Net. Es una aplicación que nos permite identificar plantas a través de las fotos de nuestro smartphone. Este proyecto de ciencia está diseñado para fomentar una mayor comprensión y apreciación de la biodiversidad vegetal. Desarrollar una conexión más profunda implica comprender la flora local y sus funciones en el medio ambiente. Si ya nos cautiva la naturaleza, podemos sumergirnos por completo en el mundo natural aprendiendo poco a poco los entresijos de la flora que nos rodea. Además, es posible contribuir activamente al proyecto compartiendo observaciones personales sobre las plantas.
LOS MEJORES LIBROS SOBRE EL VIAJE LENTO
Si somos nuevos en el concepto, un buen punto de partida es leer “Slow Travel: Un movimiento”, de Penny Watson. La periodista y galardonada escritora de viajes se basa en sus experiencias para animarnos a abrazar el turismo lento y construir conexiones significativas. Los consejos de la autora y las recomendaciones de compañías y lugares nos dan un buen punto de partida para nuestro próximo viaje. Además, el enfoque filosófico del libro ahonda en la comprensión de conceptos más profundos. Por ejemplo, la inmersión cultural y la sostenibilidad medioambiental.
Para inspirarse en los viajes, sugerimos “Viajes inolvidables: Slow Down and See the World”, de DK Eyewitness. El libro presenta 200 experiencias únicas en la vida en todo el mundo. Incluye lugares desde la Antártida hasta Zambia. Está profusamente ilustrado y recomienda explorar a pie, en bicicleta, en coche, en tren o en barco. Enfatizando la belleza del viaje en sí, el libro anima a saborear la experiencia de viajar en lugar de fijarse únicamente en llegar al siguiente destino.
Por otro lado, un gran libro para mejorar nuestra comprensión de las experiencias conscientes es “The Art of Slow Travel”, de la escritora y viajera lenta Bhavana Gesota. Para la autora, el camino es tan importante como el destino. Gesota escribe a partir de experiencias personales para mostrar hasta qué punto podemos conectar y experimentar cada lugar que visitamos. Su apasionada escritura envuelve al lector y nos muestra que, cuando viajamos, también podemos realizar un viaje interno transformador si somos viajeros conscientes y lentos. Se trata de disfrutar de cada lugar y experiencia a nuestro propio ritmo.
UN ÚLTIMO CONSEJO
Descansa un poco. No pasa nada por tomarse un día libre, o incluso dos. Viajar despacio nos libera de la necesidad de apresurarnos y experimentarlo todo con prisas. Relajarse de forma consciente puede aumentar significativamente nuestro aprecio por la próxima aventura. La exploración y el descubrimiento constantes pueden resultar agotadores. A menudo, cuando nos encontramos agotados durante el viaje, seguimos adelante simplemente porque “ya estamos aquí y tenemos que visitarlo”. Sin embargo, el cansancio puede hacer que disfrutemos menos de un destino.
Tomarse tiempo para descansar es esencial. Al fin y al cabo, no somos máquinas. Busca un lugar tranquilo, pasa un día en la playa o regálate una visita a un spa local. Disfruta de actividades que te relajen. Cuando planificamos un viaje lento, nos concedemos mucho tiempo para disfrutar sin estrés y la oportunidad de rejuvenecer antes de embarcarnos en la siguiente aventura. Recuerda que ver el mismo lugar con ojos frescos y la mente descansada puede proporcionar una experiencia totalmente distinta y más agradable.
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© David Marcu via Unsplash
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Francesco Witt
Luxiders Magazine