Los argumentos para regular la industria de la moda

 

 

Cuando se examina en profundidad, la industria de la moda se puede dividir rápidamente según diversos grados de sostenibilidad. Algunas marcas se posicionan en la cima como pioneras de la sostenibilidad "real" (por ejemplo, Stella McCartney, Reformation o marcas emergentes más pequeñas como Maggie Marilyn). Un grupo más amplio de marcas se sitúa en el medio. Son marcas de moda impulsadas por un propósito y que reducen su impacto medioambiental. El resto de las marcas se sitúa justo por debajo del grupo intermedio, tomando decisiones ecológicas solo cuando es conveniente o estratégico.

 
 

Sin embargo, un número aún mayor continúa con su actividad habitual, externalizando los costes e ignorando la verdad de sus impactos perjudiciales. Hablando de este grupo no sostenible, un informe de la Agenda Global de la Moda descubrió que el 40% de las marcas de la industria de la moda no tienen la base adecuada en la localización o visibilidad de la cadena de suministro para hacer una transición a prácticas sostenibles. Estas marcas no podrían empezar a aplicar un enfoque "limpio y verde" aunque quisieran.

Esta reforma de optar por la inclusión o la exclusión es una lección sobre las limitaciones de la autorregulación, y no es exclusiva de la industria de la moda. En efecto, el desglose categórico descrito anteriormente es un tópico en la mayoría de las industrias. Hay pocas empresas excepcionales que han encontrado la manera de ser rentables y responsables, fomentando un impacto claramente positivo en el medio ambiente y sus comunidades. Le siguen las empresas que aprecian la importancia de la sostenibilidad y están dando pasos en la dirección correcta. Pero el grupo más numeroso sigue siendo el de las grandes empresas del sector para las que el fin (el beneficio) justifica los medios (la explotación de las personas y el planeta). Para estas empresas, si el cambio no es necesario, sencillamente no se llevará a cabo.

Al quedar claras las limitaciones de la autorregulación y la acción voluntaria, llegamos a su alternativa: la regulación jurídicamente vinculante y aplicada a nivel nacional. Lamentablemente, muchos gobiernos son lentos para regular o se oponen a regular la industria de la moda de manera formal. Sin embargo, la regulación nacional es una de las oportunidades más significativas para responsabilizar a todos los actores, ya que el cambio es obligatorio y no simplemente sugerido.

 
 
 
 
 

Algunos países ya han empezado a aplicar medidas reguladoras. Francia está a la cabeza, en parte gracias a Brune Poirson, a quien algunos llaman la ministra no oficial de la moda de Francia. Ha encabezado numerosos proyectos para regular la industria de la moda en Francia, sobre todo trabajando para prohibir que las empresas destruyan las prendas no vendidas o devueltas. Esta prohibición surgió a raíz de la constatación de que las empresas que operan en Francia destruyen o tiran a la basura productos de consumo nuevos por un valor de más de 650 millones de euros al año.

Además de iniciativas como esta, la normativa también puede utilizarse para exigir un nivel básico de transparencia y responsabilidad en el proceso de fabricación. El estado de California, calificada como la séptima economía del mundo, tiene una de estas leyes, la Ley de Transparencia en las Cadenas de Suministro de California. Esta ley pretende erradicar la trata de blancas y la esclavitud en las cadenas de suministro de las empresas, tanto si éstas se encuentran en California como en el extranjero.

Aunque la ley es relativamente débil –requiere la divulgación de información en lugar de implementar mecanismos de aplicación como auditorías de fábricas sin previo aviso– trabaja para proporcionar a los consumidores información útil para tomar una decisión informada. Una iniciativa similar se promulgó recientemente en Alemania en forma de una certificación denominada "Botón Verde", que etiqueta los textiles sostenibles y garantiza una cadena de suministro responsable. 

 
 
 
 
 

Estos ejemplos pueden parecer pequeños en el amplio marco de la industria mundial de la moda. Sin embargo, son impresionantes, ya que presagian un futuro en el que los estándares medioambientales y éticos pueden elevarse a un nivel superior. Es a través de la reglamentación nacional donde existe el mayor potencial para obligar a reducir las emisiones de carbono, exigir el uso de tintes textiles no tóxicos y garantizar condiciones laborales justas para los trabajadores de la confección de todo el mundo. Si estas iniciativas se aplican en los sistemas legales de cada país, y después se coordinan a escala internacional, es posible que veamos un camino acelerado para que toda la industria de la moda exista como una industria de la moda sostenible.

De cara al futuro, la regulación es prometedora, sobre todo si observamos la relación actual entre la industria de la moda y la sostenibilidad. Hoy en día, parece que los consumidores tienen una gran cantidad de marcas con fines específicos entre las que elegir, todas ellas creando prendas en nombre de la sostenibilidad. Desde los envases compostables hasta los tejidos fabricados con botellas de plástico recicladas, pasando por las donaciones a causas y organizaciones afines, muchas marcas se están construyendo desde cero sobre la plataforma de ser mejores. Muchas marcas sostenibles son cada vez más visibles, dando la impresión de que la industria de la moda en su conjunto está reduciendo su impacto medioambiental. Sin embargo, no es así. Según un informe de Pulse of the Fashion Industry, el ritmo de progreso de la moda sostenible se está ralentizando.

 

NO PODEMOS CONTAR SOLO CON LAS MARCAS

Aunque hay muchas razones para este retraso en la sostenibilidad, una de las más importantes es que actualmente los compromisos sociales y medioambientales de las marcas de moda son voluntarios, iniciados y ejecutados por ellas mismas. Las marcas pueden elegir entre una serie de opciones ecológicas o éticas y decidir cómo, y sobre todo si quieren integrarlas en su propio modelo. Algunas de estas iniciativas son realmente notables, ya que reflejan un cambio en la demanda de los consumidores y señalan la siguiente etapa del sólido papel que desempeñan las empresas en nuestras vidas. Sin embargo, cuando damos un paso atrás y observamos toda la industria, nos damos cuenta de que es la minoría de las marcas la que ha optado por implementar el cambio con ofertas de productos sostenibles. En combinación con los datos sobre el impacto medioambiental de la industria de la moda, esto ilustra la necesidad de un estándar regulatorio en la moda. Los gobiernos nacionales tienen la capacidad de establecer ese estándar, exigiendo una acción rápida, responsabilidad y progreso en la moda sostenible.

 
 

 

 +  Words: + Katia Hauser, Luxiders Magazine Contributor