Turismo en el Ártico | ¿Será sostenible alguna vez o debería detenerse?

 

 

El Ártico es una de las últimas fronteras para el turismo y la exploración. Atrae a numerosos visitantes en busca de nuevas aventuras con naturaleza y fauna intactas. Sin embargo, el impacto del cambio climático es especialmente pronunciado en este delicado entorno. Ahora que muchos se apresuran a conocer el Ártico antes de que se produzcan cambios potencialmente irreversibles, debemos preguntarnos: ¿deberíamos visitar el Ártico? ¡Explora el tema aquí!

 

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Diversos estudios señalan que el Ártico se está calentando el doble de rápido que el resto del planeta. Investigadores del Finnish Meteorological Institute descubrieron que, en los últimos 43 años, el Ártico se ha calentado casi cuatro veces más rápido que el resto del planeta. El Ártico, antes inaccesible, es ahora más accesible gracias al deshielo, lo que ha provocado un aumento de la popularidad de los viajes al Ártico. Muchas empresas están aprovechando esta oportunidad, ya que la gente se apresura a contemplar los paisajes indómitos antes de que el cambio climático los altere irreversiblemente. La presencia humana no regulada en el Ártico puede ser más perjudicial que útil. No obstante, existe potencial para que el turismo se transforme en una experiencia constructiva de aprendizaje y concienciación al tiempo que se mantiene la sostenibilidad.

 
 

EL ÁRTICO ES UN ENTORNO DELICADO

El Ártico sufre un fenómeno conocido como amplificación ártica. Se trata de la combinación de bucles de retroalimentación positiva y factores medioambientales que intensifican el aumento de la temperatura en el Ártico. La región es especialmente susceptible a las perturbaciones. La limitada biodiversidad se ha adaptado para sobrevivir en condiciones climáticas y geográficas muy específicas.

El Ártico se encuentra en un frágil equilibrio poco acostumbrado a la actividad humana extensiva. La vida en el Ártico se encuentra en armonía, sin haber sido perturbada por la actividad humana durante décadas. Sin embargo, cualquier perturbación o cambio brusco en ese frágil equilibrio puede ser perjudicial para las especies especializadas en sobrevivir en ese entorno. El aumento de las temperaturas, el deshielo y los cambios en los patrones climáticos ya suponen amenazas para la vida en el Ártico. El notable aumento de las actividades de los buques de pasajeros contribuye a aumentar la contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que repercute negativamente en el ecosistema local. National Geographic señala que, a diferencia de la Antártida, la ausencia de un Tratado Ártico que regule tales actividades, deja a la región vulnerable a la explotación.

 
 
 

SATURACIÓN TURÍSTICA EN EL ÁRTICO

El deterioro de la situación en el Ártico ha impulsado a las empresas a comercializar un "turismo de última minuto". Esta tendencia refleja el creciente deseo de viajar a la región para presenciar sus frágiles entornos y su fauna "antes de que desaparezcan". Sin embargo, esta actividad presenta una paradoja, ya que el auge del turismo requiere medios de transporte que consumen mucha energía para llegar al Ártico, lo que contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero. La prisa por conocer el Norte provoca una mayor afluencia de visitantes en el frágil ecosistema, causando daños ambientales adicionales. El principal problema es la falta de un plan sostenible que tenga en cuenta los retos a los que ya se enfrenta la región.

 

ILULISSAT ICEFJORD, GROENLANDIA

Por ejemplo, el fiordo de hielo de Ilulissat, en Groenlandia, es un claro ejemplo de esta tendencia. Los medios de comunicación suelen referirse a la zona como la "zona cero" del cambio climático, lo que despierta el interés por la zona. Este lugar ofrece una cómoda accesibilidad para observar uno de los glaciares que retroceden más rápidamente del mundo. Según Discovering The Arctic, el glaciar actúa como representación visual del calentamiento global, perdiendo 70 kilómetros cúbicos de hielo al año. El fenómeno atrae visitas no sólo de turistas, sino también de políticos, famosos y otras personalidades influyentes para llamar la atención sobre el asunto. Sin embargo, su popularidad podría estar provocando un exceso de turismo en la zona.

 


CHURCHILL, CANADÁ

Paralelamente, Churchill (Canadá) es conocido como uno de los mejores lugares para avistar osos polares. Los osos polares se ven especialmente afectados por el cambio climático. El retroceso del hielo provoca la pérdida de hábitat y el agotamiento de las fuentes de alimento. Los avistamientos de osos polares son cada vez más escasos, y los turistas tienen prisa por verlos antes de que sea demasiado tarde. Churchill no está conectado por carretera con el resto de la región. Esto hace que los cruceros y el transporte para las visitas turísticas sean intensivos en carbono. Algunos visitantes pueden decidir viajar aún más al norte donde los avistamientos sean menos frecuentes, lo que genera aún más emisiones. Aunque no seamos conscientes de ello, la elevada actividad humana en la zona puede estar poniendo en peligro la supervivencia de los osos polares de la zona.

 
 

LÍNEAS DE CRUCEROS

Las grandes líneas de cruceros se están haciendo con su parte en el mercado del "turismo de último minuto" en el Ártico. Según el estudio GEI 2020 de la IMO, la actividad de los cruceros en la región ha aumentado un 117,87% desde 2012. Por lo general, las grandes líneas de cruceros no se consideran respetuosas con el medio ambiente, y sus operaciones en la región septentrional pueden agravar los problemas medioambientales. Estas líneas de cruceros a menudo dependen de petróleos pesados, lo que contribuye sustancialmente a las emisiones en la zona. Además, la insuficiencia de infraestructuras para gestionar los cuantiosos residuos generados por los cruceros puede dar lugar a malas prácticas de gestión de residuos en la región.

Los grandes buques, que también incluyen cargueros y petroleros, pueden alterar el medio ambiente al influir en la acción de las olas. Esto contribuye al desprendimiento de los glaciares, donde grandes trozos de hielo se desprenden y caen al agua. Aunque es posible que los buques individuales no ejerzan un impacto directo, el tráfico colectivo de numerosos buques en la zona puede ejercer una presión considerable sobre el medio ambiente.

Además, el aumento del turismo de cruceros tiene efectos perjudiciales para las comunidades de la región. Los asentamientos árticos se caracterizan por comunidades pequeñas y unidas. En concreto, el archipiélago ártico de Svalbard, y en particular Longyearbyen, ha ganado popularidad entre los turistas que buscan explorar sus paisajes vírgenes. Sin embargo, esta pequeña comunidad, de sólo 2.000 habitantes, se ve cada vez más afectada por la llegada de cruceros. Una parte notable de sus residentes se opone al creciente tráfico de cruceros. Hilde Kristin Røsvik, redactora del periódico local Svalbardposten, declaró a Forbes que, aunque el turismo en general es bienvenido, los grandes cruceros causan problemas. "El problema es que llegan demasiados turistas a la vez. Crea fricciones en una comunidad tan pequeña", afirma.

 
 
 
 
 
 

¿DEBE DETENERSE EL TURISMO EN EL ÁRTICO?

El turismo en el Ártico no tiene consecuencias negativas intrínsecas. Cuando se realiza de forma sostenible, tiene el potencial de fomentar tanto el desarrollo como la conservación de la región. Una investigación realizada en Canadá reveló que los turistas pueden establecer una conexión emocional con el medio ambiente, lo que les lleva a introducir cambios positivos en sus estilos de vida y comportamientos en casa. El estudio puso de relieve que los visitantes que presenciaban la disminución de los glaciares de Montenvers-Mer-de-Glace comprendían mejor las repercusiones del cambio climático, lo que les motivaba a preservar el medio ambiente y compartir sus experiencias con las generaciones futuras.

Como resultado, la mayor concienciación pública sobre las actividades perjudiciales en el Ártico puede servir de catalizador para cambios políticos en la región. Por ejemplo, el Alfred Wegener Institut señala que las autoridades prohibieron el uso de fuelóleo pesado como combustible marino en el Ártico en 2020, con efecto a partir del 1 de julio de 2024. Además, el turismo, que funciona como motor económico sostenible, tiene el potencial de alejar a los países de otras actividades perjudiciales como la minería, la prospección de petróleo y gas y la pesca.

Además, para salvaguardar el entorno que atrae al turismo, los operadores pueden desempeñar un papel crucial en la defensa de políticas encaminadas a establecer y preservar reservas naturales. Por ejemplo, la Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida ha formulado directrices de comportamiento turístico que contribuyen a las normas aplicables internacionalmente en la Antártida. Además, la aplicación de tasas para visitar estas zonas puede contribuir a su preservación. Según Forbes, un nuevo impuesto sobre los pasajeros en Longyearbyen (Svalbard) genera un millón de dólares anuales. Este impuesto desempeña un papel vital en el mantenimiento de la zona y el apoyo a la comunidad a través de iniciativas medioambientales.

 

CÓMO VIAJAR DE FORMA SOSTENIBLE

En primer lugar, elige viajar en un barco pequeño que minimice el impacto sobre el medio ambiente. A la hora de elegir con quién viajar, podemos optar por operadores turísticos que apuesten por un turismo lento y de bajo impacto, respetuoso con el medio ambiente y las comunidades locales. También debemos ser conscientes de nuestros residuos y realizar actividades que no perturben la vida salvaje. Afortunadamente, hay iniciativas que se preocupan por la región y promueven los viajes sostenibles que también conciencian.

El proyecto Visit Arctic Europe, respaldado por el programa europeo "Interreg Nord", potencia el turismo en el Ártico al tiempo que preserva el delicado ecosistema de la región. Beyond Arctic ofrece viajes fotográficos en grupos reducidos por las zonas de Rovaniemi y Levi pensando en la sostenibilidad. Otra opción es Secret Atlas, que se dedica a los viajes sostenibles en Svalbard. Emplean pequeñas embarcaciones con capacidad para sólo 12 personas para garantizar una huella ambiental mínima. Siguen las directrices de la Asociación de Operadores de Cruceros de Expedición al Ártico (AECO) y compensan sus emisiones de carbono plantando árboles en el sur de Groenlandia.

 
 

+ Highlight Image:

  © Marcus Kauffman via Unsplash

+ Words: 

Francesco Witt

Luxiders Magazine